miércoles, 19 de diciembre de 2012

Qué hacer.

Acá estoy yo otra vez, con las ideas revueltas, con los sentimientos desesperados, con ansías y miedos incomprensibles. Caí en una depresión a la nunca había llegado.
Con llantos imparables, noches en las que no se si estoy soñando o la mi realidad es una pesadilla.
Ataques de pánico en los que no puedo respirar. No se que pasa con mi vida, mis sueños mueren cuando la muerte se acerca cada día más a mi.
Me gustaría sentirme bien y no tener que improvisar una risa falsa entre mis amigos. Quisiera ser espontánea y hablar de algún tema que se me cruce por la cabeza. Pero pienso demasiado, analizo la vida que no vivo, que sucede en mi mente, en mi tonta imaginación. 
Mis nervios rasguñan mis brazos, frágiles quedan luego de perder su elixir.
Me siento triste, enferma (bueno, como si no lo estuviera), deprimida, débil y cansada.
Esa pared que había construido, ese muro que me separaba de los sentimientos, del dolor, de la alegría de todo lo que me hacia mal, se desplomó.

Es como si fuera una catarata de sentimientos y emociones.
Ayer, hoy, en cada momento , en cada segundo, en lo único que pienso es en la muerte. En lo cobarde que soy por no animarme a decidir que quiero con mi vida, o con mi muerte mejor dicho. Soy insuficiente vulnerable y horrible.



Lo intenté,intenté parar, pero necesito que mi cuerpo sienta, lo que a mi alma le pasa.
Es algo que necesito, que mi corazón desea ansiosamente.
Y mi mente me dice que no, que no lo haga, que voy a estar bien.
Pero no, no estoy bien, no voy  estarlo.
No se qué hacer. Me quiero ir, porque no quiero que las personas a mi alrededor sufran por mis errores, por mis idioteces y pendejadas. No quiero escuchar más llorar más a mi mamá ni a mi papá, no quiero que se preocupen por mi, no quiero verlos preocupados por que su hija  no quiere vivir. 
Su hija, una buena para nada, que solo hace sufrir y molestar a las personas.

El dolor en mi garganta se desparramó por mi cuerpo,envenándolo, lastimando cada rincón de él. Destruyendo cada entraña. cada milésimo de piel. 
Quiero sentirme bien, pero no se cómo parar no se qué hacer para parar este dolor en mi alma.

LOS MONSTRUOS NO DUERMEN BAJO TU CAMA, ELLOS DUERMEN EN TU MENTE.


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